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Las visitas

Proyecto que consiste en registrar de manera libre el entorno de las casas de amigos artistas durante el lapso que dura la visita. No hay otra intención que la de plasmar lo que va surgiendo de la charla y el rato compartido. Como invitada curiosa, inspecciono o me detengo en objetos, rincones o detalles que descubro y que llaman mi atención. De cada visita queda un color, un objeto o una idea que luego le da la impronta a ese relato fotográfico que definirá al anfitrión. Es un proyecto abierto al que se irán sumando en el tiempo nuevas visitas a estas mini biografías de un momento y un espacio determinado.

 

Las casas hablan. Los objetos que fundan esos espacios que por una u otra razón fueron puestos allí construyen discursos que dan cuenta de la personalidad de su ocupante.

 

La mayoría de las veces no conocía la casa visitada.

Virginia Masau me hizo esta devolución después de la tercer visita:

Verónica vino tres veces a mi casa. 

Supongo que la primera vez le vinieron las ganas, porque ya la segunda y la tercera vino decidida a tomar fotografías.

Entre visita y visita, algunas cosas me fue

contando y otras le fui preguntando.

– ¿Te molesta que tome unas fotos de algunos detalles de tu casa?


– No, para nada. Pero… ¿De qué?


– Me gustaron esas cositas pegadas en los azulejitos, la foto de la Barbi del baño…

Al terminar cada sesión me entregó la cámara para compartir conmigo las imágenes que había tomado.

Me habían gustado más en su pantallita, que verlas todos los días ya que son parte del lugar en el cual vivo.

Entre la primera y la segunda sesión de fotos me ocurrió que fui re-mirando cada una de las cosas que Verónica había fotografiado y otras que nos las incluyó en las imágenes como el rosario verde que pende de un clavo en el marco de la puerta rosa del baño.

La canoa peruana de la cocina (que después incluyó); el portero que nunca anduvo y las sogas del patio intentando secar durante días las mismas medias, los mismos trapos que nunca pierden la humedad en esta ciudad y particularmente en mi casa.

Quería escribir algo de esto, en cierta forma, participar de la visita, del trabajo de Verónica. De cómo la intrusión de su cámara en mi habitáculo me ha despertado ciertas sensaciones y a modificado mi visión sobre mí en el sentido de que en cada rinconcito hay un pedazo de uno, de un momento, de una decisión.

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